Ha llegado el momento. Has sentido la llamada del emprendimiento o ya emprendiste hace tiempo pero no va como tú esperabas y no sabes por dónde empezar…

Tranquilidad. Esto nos ha pasado a todos. Por eso, queremos compartir contigo algunas pautas para ayudarte en este camino tan incierto, para empezar o para replantear tu negocio.

  1. Estudiar y validar.
  2. Identidad Corporativa.
  3. Planificación.
  4. Visión global
  5. Reparto de roles y tareas.
  6. Ejecución responsable.
  7. Visión a largo plazo.
  8. El cliente.
  9. Mejora continua.
  10. Las personas.

 

1. Estudiar y validar.

Siempre, siempre, siempre debes analizar antes de actuar. Ten en cuenta aspectos externos como las necesidades de tus futuros clientes, competencia cercana, intermediarios, legislación, indicadores de tu sector concreto, etc…

Valorar todos estos aspectos te dará pistas sobre las oportunidades existentes en el mercado con el objetivo de que pongas en marcha un negocio diferente al de tu competencia.

Se trata de detectar unas necesidades del consumidor que no están cubiertas y un espacio en el que apenas hay competencia para que tu proyecto pueda despegar siendo único en el mercado.

Gracias a esto, te estarás posicionando en un nicho concreto, con un tipo de cliente específico y con una propuesta de valor con mayores garantías de éxito.

Para definir esa propuesta, ahora debes analizar aspectos internos. Hazte las siguientes preguntas: ¿Qué va a ser lo realmente característico del producto o servicio que comercializas? ¿el precio? ¿su alta calidad? ¿el hecho de que está fabricando en España? ¿la excelencia en la gestión con los clientes? ¿la profesionalidad de tus trabajadores? ¿que es responsable con el medio ambiente? ¿el modelo de negocio en su conjunto?

Tu propuesta de valor tiene que ver con los beneficios que van a obtener tus clientes potenciales y la confianza que consigues transmitirles para que finalmente decidan comprarte. Desde ThePowerMBA1 explican a la perfección este concepto en uno de sus artículos.

Y, el último paso sería valorar si la idea que estás analizando es viable a nivel operativo y si sería rentable de manera sostenida en el tiempo.

Un plan de negocio bien elaborado y lanzar primero una mínima expresión de tu producto o servicio (Mínimo Producto Viable), te ayudarán a validar tu idea de negocio.

 

2. Identidad Corporativa.

Ahora que ya sabes que la oportunidad existe y es viable, el siguiente paso es concretar tu forma de trabajar y tu marca empresa.

Aquí lo importante es definir cómo sería tu empresa si fuera una persona. O, en otras palabras, que te mueve a la hora de trabajar (tu misión), cuáles son tus aspiraciones (tu visión) y tu filosofía de trabajo (valores y comportamientos).

Una vez que has concretado esto, debes plasmarlo en una marca corporativa que trasmita esta forma tan específica de hacer las cosas que acabas de definir. ¡Pero ojo! No vale sólo con plasmarlo en una marca comercial, también tiene que ser visible en todo lo que haga la empresa. Es decir, debe estar presente en publicaciones escritas, el diseño de tu tienda, el uniforme del personal, políticas de actuación de tus trabajadores, comportamiento ante las reclamaciones, técnicas de venta, soporte postventa…

Lo ideal aquí es ponerse en manos de un experto en identidad corporativa, ya que será capaz de dar con el nombre ideal para tu negocio, el logo y el resto de elementos necesarios para comunicar con coherencia tu propuesta de valor en el día a día de tu actividad empresarial.

Y es que, si has decidido abrir una tienda de diseño que se distingue por dar un trato exclusivo al cliente, no puedes poner carteles con ofertas escritas a mano ni ubicarla en un barrio obrero ni emplear trabajadores poco formados. Todo tiene que ser coherente.

 

3. Planificación.

Si quieres ser un negocio proactivo y de éxito, debes planificar todos los años nuevas acciones o iniciativas que quieres implementar.

Todo plan requiere tener una estructura bien definida que se compone de las fases de investigación, delimitar tu público objetivo (el plan puede ser para captar clientes, empleados, inversores, proveedores…), metas que quieres conseguir, una estrategia, acciones, designar un presupuesto o definir unos recursos y medir los resultados.

Y es determinante comprometerse con los objetivos que te propones y hacer que se cumplan, pues no servirá de nada si la planificación finalmente se guarda en un cajón.

Hacer que las cosas pasen será uno de tus retos diarios.

 

4. Visión global.

Todas las empresas (incluso las más pequeñas o comercios minoristas independientes) deben gestionar 4 áreas funcionales si quieren crecer. Finanzas, Operaciones, Marketing y Administración o desarrollo organizativo.

Si no hay un equilibro en la gestión de cada una de estas funciones, no estaremos realizando una gestión eficiente de nuestros recursos. Todas las tareas son igual de importantes pues todas influyen en la buena marcha del negocio.

Por tanto, debemos darle a cada área el peso e importancia que se merecen.

 

5. Reparto de roles y tareas.

Llegará un momento en el que dejes de “trabajar en” la empresa con el objetivo de empezar a “pensar en” la empresa.

Con la incorporación de nuevos colaboradores, encontrarás una oportunidad fundamental para pasar el testigo porque la cuestión es que no puedes hacerlo todo tú solo.

Aquí será determinante, elegir qué tareas encomendarás a otros y cuales te quedarás tú. El nivel de habilidad necesario para realizarla o el tiempo que conlleva, te dará la respuesta.

En este punto es de vital importancia definir el grado de autoridad y autonomía que tendrá tu colaborador a la hora de realizar las tareas que le encargues. Como norma general, intenta que estos dos componentes sean elevados para empoderar a tu equipo.

Cuánto más autoridad y autonomía tengan sobre determinadas tareas, ¡mejor! Así podrás dedicar más tiempo a otras tareas más ligadas al crecimiento de tu empresa.

 

6. Ejecución responsable.

Hasta ahora hemos hablado de coherencia, pero no hemos mencionado algo aún más importante. No faltar a la verdad.

Si eres auténtico, realista y responsable, entonces ofrecerás valor de una forma genuina y original. En cambio, si planificas acciones que están por encima de tus posibilidades, sin tener en cuenta los recursos disponibles, tu modelo de negocio actual, el entorno y demás circunstancias… no generarás la confianza que necesitas para que tu negocio crezca.

 

7. Visión a largo plazo.

El día a día del negocio no debe consumir todo tu tiempo porque así sólo estarás centrado en el corto plazo y descuidarás todo aquello que esté relacionado con el mañana.

Buscar un equilibrio entre el corto y largo plazo debe ser una de tus prioridades. Reinvierte siempre una parte de los beneficios en tu propio negocio, es la única forma de crecer orgánicamente y destinar recursos para que tu negocio genere aún más beneficios a largo plazo.

 

8. El cliente.

Seguro que has escuchado más de una vez que debemos poner el foco en el cliente si queremos que nuestra empresa crezca. Así es. Y esto no sólo significa escucharle y relacionarte con él para intuir su comportamiento de compra y así poder adaptar continuamente el negocio a sus necesidades.

Implica más que eso. Pues debemos actuar con el cliente de la misma manera que nos gustaría que actuaran con nosotros. Por ejemplo, debemos devolverle el dinero si quieres devolver un producto (en lugar de hacerle un vale) o incluso no venderle el producto si detectamos que en realidad no lo necesita.

9. Mejora continua.

Todo aquel que crece, lo hace porque elimina todo aquello que resta y se centra en los aspectos que suman.

Tener la mente fija en la optimización de cualquier aspecto de tu negocio tiene grandes ventajas pues implica que siempre estés buscando una mejor versión de lo que ya existe.

Significa que pienses en cada momento qué puedes hacer para solucionar algo o cambiar una situación que no te gusta o que es poco eficiente porque conlleva mucho tiempo.

10. Las personas.

Muchas veces pensamos en los intereses de la empresa y nos olvidamos de que está formada por personas que actúan como motor de la compañía.

Por tanto, debemos buscar un equilibrio. No vale obtener los resultados deseados si los has conseguido a costa de las personas. Porque, a la larga, te acabará pasando factura y será un freno para el crecimiento de la empresa.

Y tú, ¿has construido ya tu ventaja competitiva?