Nos pasamos el día pensando, más de 60.000 pensamientos al día según los expertos, y sin embargo, ¿nos paramos a pensar en la calidad de nuestros pensamientos?

Imagina cualquier fábrica, sin control de calidad del proceso o del producto, ¿cómo crees que puede mejorar, especialmente si el producto final no es el que se ideó fabricar?

Y así nos sucede muy frecuentemente en los negocios, seguimos generando ideas, nuevos proyectos para conseguir los resultados que se nos están resistiendo y ¿cuándo paramos a pensar en nuestros pensamientos? Así llegamos al estancamiento, al bloqueo, a la ansiedad y el estrés, y creemos que es porque no alcanzamos a hacer todo, y le dedicamos más tiempo e incrementamos todo lo que intentamos resolver. Producir más piezas cuando no están saliendo bien es sólo una pérdida de recursos.

Estos días de frenada y recogimiento son un buen momento para la reflexión. Vivimos ajetreados, “sin tiempo”, nos resistimos a parar y el parón llegó por si solo. ¿Cómo estás viviendo esta situación? ¿cuál es tu respuesta ante la adversidad?

¿Aún sorprendido porque está fuera de tu control o aceptando? ¿Viviendo en la queja o pensando en cómo contribuir a la solución? ¿Te estás apoyando en tu misión, en tu visión y en tus valores para salir fortalecido de esta situación? ¿Desde qué emoción estás viviendo? ¿Cuáles son tus pensamientos? ¿A dónde crees que te conducirán?

Nos gusta pensar en el futuro como en el fruto de aquellos pensamientos que hemos ido sembrando a lo largo de nuestra vida. Que hemos cuidado y visto crecer hasta que han estado preparados para el maravilloso momento de la recolecta.

Por algo las empresas que están invirtiendo en el potencial humano, en el desarrollo personal, son las que están obteniendo los mejores resultados (incrementos en la productividad de hasta un 35%). Todo lo que en tu empresa se pueda crear estará antes en tu mente, en la de tu equipo. Todo lo que los humanos hemos creado, alguna vez antes fue imaginado.

Según palabras de Buddha: “En lo que piensas te conviertes, lo que sientes lo atraes, lo que imaginas lo creas”. Cualquiera que sea tu meta, ¿están tus pensamientos, emociones e ilusiones alineados para alcanzarla?

Retomamos por ello el símil del agricultor, y te pedimos que pienses en un campo lleno de frutos maravillosos a los que vas a nombrar con cada una de tus metas en la vida. Siembra las semillas, siendo consciente en todo momento de que al inicio no verás los resultados. Recuerda que entre sembrar y cosechar hay que regar y esperar. Si acompañas la siembra de constancia y cuidado, tu proyecto florecerá y recogerás los frutos que deseas y que te mereces.

Cultiva pensamientos positivos y poderosos y recolecta sus frutos.